Por mucho tiempo, los Habanos fueron territorio del ron, el whisky o el café. Maridajes de carácter, de notas tostadas y maderas profundas. Sin embargo, la evolución del gusto y la curiosidad de los sommeliers han abierto un nuevo capítulo en la cultura del puro cubano: la búsqueda de su lado dulce.
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La nueva cultura del maridaje de los Habanos
Hoy, chocolateros y catadores descubren y divulgan que el Habano también dialoga con el cacao, los vinos dulces o incluso los postres más sutiles. Una alianza inesperada que revela la cara más amable, golosa y gastronómica del rey del humo.
El Habano ya no pertenece solo al universo masculino ni a los rituales de sobremesa. Se ha convertido en un elemento de exploración gastronómica, donde la sutileza y la emoción toman el control de la experiencia.
El equilibrio del contraste: detrás del postre viene el humo
Un buen maridaje con Habano no consiste solo en igualar intensidades, sino en buscar el equilibrio entre potencia y textura. Las notas terrosas, especiadas y amargas del tabaco encuentran en el dulzor de un postre chocolateado o una confitura su contrapunto perfecto.
Vino y chocolate: los compañeros más inesperados del Habano
Chocolate
El chocolate negro del 70 % o más es el punto de partida ideal ya que su amargor natural armoniza con el sabor curado del tabaco. El cacao prolonga el postgusto de la fumada. Por su parte, el café y algunos frutos secos potencian los aromas.
Vinos dulces
Si el cacao representa la intensidad, los vinos dulces ofrecen la suavidad. Un Pedro Ximénez o un Oporto son aliados naturales del Habano, gracias a sus notas de pasas, miel y madera vieja.
