Maridajes con habanos: romance entre humo y sabor

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Gabriela Sánchez
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ron y habano

Fumar Habanos al aire es un planazo, pero, cuando ese humo se encuentra con un buen plato o una bebida, la experiencia gastronómica se torna, sencillamente, maravilla. La propuesta es gustativa, olfativa y visual. Va de la bocanada al sorbo, y viceversa, o bien al bocado. 

Compañero ideal de la sobremesa, maridar un Habano con la comida y la bebida adecuada es, además de placer, casi un arte, pero sobre todo una manera de reinventar las culturas poniéndolas a dialogar sin prejuicios ni límites. Desde la más clásica tradición criolla cubana hasta la fusión vanguardista, los Habanos encuentran aliados para realzar su carácter y complejidad.

Y como nunca es demasiado tarde ni temprano para un café, el ritual ideal comienza con el encendido del Habano, seguido de un sorbo de café sin azúcar para potenciar sus notas. El resto, será elección de cada experiencia.

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Habano y comida criolla

No hay matrimonio gastronómico que pueda definir mejor a la gastronomía cubana que comida criolla y ron, aunque valdría añadir una tercera pata a este compromiso: un habano. A veces como sustituto de postres, otras como broche de oro del menú, el cuero y las notas especiadas del tabaco cubano potencian los sabores robustos, especiados y profundamente aromáticos de la cocina cubana. 

Así, platos como la ropa vieja o el lechón asado encuentran en el Habano un contrapunto ideal. Lo mismo ocurre con el dulzor de un postre a base de cacao, un flan de leche o un arroz con leche, aportándole un humo terroso.

El Habano como puente gastronómico internacional

Pero, más allá de Cuba, el Habano ha creado armonías infinitas. Por ejemplo, en la cocina francesa acompaña con distinción platos como el coq au vin o un soufflé au chocolat.  Mientras, en Italia, ha sellado nupcias con el ossobuco o un espresso al final de la comida. Incluso la gastronomía asiática —del pato laqueado al curry tailandés— ha encontrado virtudes al paladar con la integración de los habanos.

No en vano muchos chefs de la vanguardia culinaria mundial, con estrella Michelin han incorporado el Habano a menús degustación e incluso utilizando su humo para infundir carnes y pescados.

Eso sí, en los restaurantes el servicio del Habano requiere atención al detalle. Desde una carta bien seleccionada hasta utensilios como cortapuros, cedrillos o fosforera, todo  forma parte del universo del maridaje.

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habanos y bebidas
Maridaje de habanos y coñac

Habanos y bebidas espirituosas

Pero si hablamos de clásicos de maridajes, el de habanos con espumosos merece un sitio. Gracias a sus notas de roble, caramelo y frutos secos, bebidas como el coñac, el armagnac o el ron añejo devienen aliados ideales para Habanos de fortaleza media a fuerte. El resultado son caladas muy potentes, llenas de sabor. 

Mientras, si se pone sobre la mesa un whisky—ya sea blended o single malt— es casi una obligación poner también un Habano maduro. Dicen que es una de las sinfonías más ahumadas y poderosas que se pueden experimentar con tabaco. Aunque, también hay hueco para otros como los brandys, el pisco o la grappa

No obstante, el vino tinto ha sido históricamente el compañero preferido del Habano, sobre todo los de tipo medio-fuertes. Los de reserva o gran reserva, y dulces y fortificados como los jereces impregnan al paladar matices tostados y especiados que se complementan a la perfección.

Para quienes opten por los blancos como un Chardonnay fermentado en barrica o un Riesling bien estructurado nada mejor que hacerlo con un Habano suave y aromático. Mientras, en el caso del Champagne o el Cava, suponen la elección ideal si se busca limpiar el paladar entre caladas. 

Cócteles y Habanos

En materia de coctelería las mejores armonías vienen de la mano clásicos como el Old Fashioned o el Manhattan. En estos casos gracias a sus notas dulces y amargas, lo mejor es combinarlos con los Habanos más intensos. 

A pesar de su novedad, los mocktails y los cócteles de autor también caben en los juegos de combinaciones del habano, e incluso otras bebidas no alcohólicas como tés ahumados, siropes artesanales o esencias botánicas.

Sea con una taza de café, una copa de ron o coq au vin, el Habano siempre encuentra su lugar en la mesa, sin importar tiempos o culturas.

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