
Nueva York no solo marca tendencias en moda, arte o gastronomía: también lo hace en mixología. Y esta vez, el protagonista del verano se llama Sharona, un cóctel de baja graduación alcohólica que reinterpreta con sutileza al clásico Negroni.
Nacido en uno de los bares más reconocidos de Manhattan, el Sharona combina el refinamiento del vino fortificado con el carácter del vermut y el amargor justo del Campari. Su perfil bajo en alcohol lo ha convertido en el favorito de quienes buscan beber con estilo, pero sin excesos.
¿Qué es el Sharona y quién lo creó?
El Sharona es una creación de Nialls Fallon, reconocido bartender y cofundador de bares como Hart’s, Cervo’s y The Four Horsemen. Inspirado en el clásico Negroni italiano, Fallon quiso ofrecer una versión más ligera y refrescante, ideal para las tardes de verano y los aperitivos prolongados.
El resultado es un cóctel que respeta la estructura y el sabor del Negroni, pero con un giro moderno: menos alcohol, más elegancia.
¿Cómo se prepara el cóctel Sharona?
Ingredientes:
30 ml de manzanilla sherry
30 ml de vermut rojo (preferiblemente italiano)
15 ml de Campari
Hielo en cubos
Rodaja de naranja para decorar
Preparación:
En un vaso mezclador con hielo, combina el sherry de manzanilla, el vermut rojo y el Campari.
Remueve suavemente hasta que esté bien frío.
Sirve en un vaso corto con hielo nuevo.
Decora con una rodaja de naranja o un twist de piel.
El resultado es un cóctel con el amargor justo, el carácter del vino generoso andaluz y la complejidad herbal del vermut. Un trago bajo en alcohol, pero alto en sofisticación.
¿Dónde se toma el Sharona en Nueva York?
El Sharona comenzó a ganar fama en The Long Island Bar, un icónico local de Brooklyn, donde rápidamente se convirtió en el "low-proof Negroni" más pedido del menú. Pronto, otros bares del East Village, el Lower East Side y hasta hoteles boutique en SoHo lo adoptaron en sus cartas de verano.
Ahora, el Sharona ya ha cruzado el Atlántico y se sirve en bares de autor en París, Berlín, Ámsterdam y Barcelona, convirtiéndose en un símbolo de la nueva coctelería europea: equilibrada, elegante y consciente.
¿Por qué se ha hecho tan popular?
Las razones de su éxito son varias:
Tendencia low-proof: el consumidor actual busca bebidas con menos alcohol, pero mucho sabor.
Versatilidad gastronómica: el Sharona es perfecto para acompañar aperitivos, tapas o platos ligeros.
Estética vintage: su color ámbar rojizo y su copa corta evocan la sofisticación clásica con un toque contemporáneo.
Origen andaluz: la manzanilla sherry, producto de Sanlúcar de Barrameda, aporta autenticidad al trago.
Además, su nombre, que recuerda a la famosa canción “My Sharona” de The Knack, lo hace fácilmente memorable y pop.
El Sharona no es solo un cóctel: es una declaración de intenciones. Ligero, pero con carácter, clásico pero renovado, local pero global. Una muestra de que beber bien no siempre significa beber fuerte.
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