
Hace unas semanas lo decíamos en este periódico: las reservas múltiples y las cancelaciones de última hora son un problema real para la hostelería. No se trata solo de la frustración del restaurador que ve una mesa vacía en pleno servicio, sino también del comensal que se queda sin poder disfrutar de un restaurante que, en teoría, estaba completo.
La realidad es incómoda: los clientes tendemos a ser egoístas en este aspecto, olvidando que detrás de cada reserva hay un equipo que se organiza, compra materia prima, ajusta turnos de cocina y sala, y espera recibirnos. Una cancelación de última hora no solo afecta a la caja del día; también desestabiliza el engranaje del restaurante.
Según una encuesta de TheFork, el 55% de los españoles que hacen un “no-show” (no acudir sin avisar) lo atribuyen al despiste; un 38% culpa a imprevistos de última hora, y un 7% admite que simplemente les da vergüenza llamar para cancelar.
Aunque las cifras han mejorado ligeramente —en lo que va de 2025 las reservas fantasma han bajado 4 puntos respecto a 2024—, el problema sigue generando pérdidas que pueden alcanzar entre el 5% y el 20% de la facturación de un servicio. Zonas como Segovia, Menorca e Ibiza concentran las tasas más altas, mientras Vizcaya, A Coruña y Murcia registran las más bajas.
La tarjeta de crédito como garantía en restaurantes
La tecnología ha comenzado a cerrar el cerco a esta mala costumbre. TheFork ha incorporado la preautorización con tarjeta bancaria a su software de gestión, un sistema que retiene temporalmente un importe al hacer la reserva para garantizar la asistencia. Si el cliente no acude y no avisa, el cargo se ejecuta.
Este mecanismo no es un simple “castigo”; es una forma de proteger al restaurante, asegurar la viabilidad del servicio y dar valor al compromiso de reservar. Además, se complementa con otras herramientas tecnológicas como sistemas predictivos basados en machine learning, prepago, recordatorios por SMS y email, o la imposibilidad de hacer múltiples reservas en la misma franja horaria.
La hostelería necesita comensales responsables, pero también instrumentos eficaces para blindarse ante imprevistos. La combinación de concienciación y tecnología es la mejor receta para reducir el impacto de las reservas fantasma.
Quizá sea momento de que, igual que cuidamos nuestra experiencia en la mesa, cuidemos también la del restaurante que nos recibe. Porque reservar es prometer que estaremos allí… y las promesas, como las mesas bien servidas, están para cumplirse.