
En España se ha repetido hasta la saciedad una frase que muchos consideran casi una norma de vida: “el arroz solo se comen al mediodía”.
La idea de pedir una paella para cenar provoca sorpresa, incluso rechazo, en más de un comensal. ¿De dónde surge esta creencia?
El arroz llegó a la península gracias a los árabes en el siglo VIII y, desde entonces, ha sido un alimento clave en la dieta mediterránea. Sin embargo, los recetarios históricos muestran que el arroz no siempre fue plato principal: durante siglos se utilizó en sopas o como acompañamiento. No fue hasta el siglo XVIII cuando el arroz empezó a adquirir protagonismo en grandes elaboraciones colectivas, como la paella valenciana, que se servía como plato único, contundente y al centro de la mesa. Quizás ahí se gestó la costumbre de reservarlo para el mediodía.
¿De verdad el arroz es “pesado” por la noche?
Desde un punto de vista nutricional, el arroz es un cereal ligero y fácil de digerir. No hay ninguna evidencia científica que lo prohíba en la cena. El problema, más bien, radica en el modo español de prepararlo: cazuelas abundantes, sofritos ricos en aceite, carnes, embutidos o mariscos, acompañados de vino y sobremesa larga. Todo ello convierte a la paella o al arroz caldoso en una comida festiva, difícil de imaginar antes de ir a dormir.
Curiosamente, en Japón o China, el arroz es protagonista de la cena diaria en forma de boles pequeños, acompañado de verduras, pescados o sopas. Allí no se entiende este tabú cultural, lo que demuestra que la clave está en las raciones y el contexto.
El peso de la tradición cultural
En el levante español todavía se escucha el dicho: “Paella, solo al sol”. La idea de cenar arroz parece casi un sacrilegio gastronómico, algo tan cultural como no desayunar sopa o no brindar con agua.
Los restaurantes también han reforzado este hábito: la mayoría de las arrocerías solo sirven al mediodía. Incluso, en lugares como Valencia, hay menús que especifican: “Los arroces se preparan solo para comidas”. No se trata de un problema de salud, sino de tradición y de logística: preparar un arroz requiere tiempo, producto fresco y elaboración a la carta.
¿Y hoy? Entre el mito y la modernidad
En la actualidad, algunos restaurantes de alta cocina han empezado a romper esta barrera cultural, ofreciendo pequeños arroces en cenas degustación. Risottos cremosos, nigiris de arroz japonés o incluso mini paellas aparecen en propuestas nocturnas, desafiando el viejo mito.
El comensal moderno también se atreve más: cada vez hay quienes, en lugar de una cena ligera de ensalada, prefieren compartir un arroz meloso al caer la noche. Y aunque a los más tradicionales todavía les suene “extraño”, la realidad es que el cuerpo lo asimila igual, siempre que las cantidades sean adecuadas.
Un mito con mucho de costumbre
Comer arroz por la noche no es malo ni pesado en sí mismo; lo que pesa es la costumbre cultural y la abundancia con que lo preparamos en España. Este mito no habla tanto de digestión como de identidad gastronómica.
Así que, la próxima vez que alguien te diga que “los arroces no son para la cena”, recuerda: lo que realmente pesa no es el arroz, sino la historia que arrastra en nuestra mesa.