
Hay dos tipos de compradores en los supermercados: los que rehuyen de los congelados y los que los adoran. Aunque, por regla general, ninguna de las partes conoce en realidad qué aportan o no, por ejemplo, las frutas congeladas.
A menudo víctimas de cierta satanización y prejuicios, esta opción ha sido desterrada de la despensa de muchos, bajo el argumento de perder nutrientes. Pero, ¿realmente es así?
Te sorprendería no solo saber que no, sino los tantísimos beneficios que ofrece, gracias a la combinación de valor nutricional, comodidad y sostenibilidad. De ahí que resulten clave para quienes buscan una alimentación saludable y práctica, sin renunciar al sabor ni a la calidad.
¿Qué son las frutas congeladas?
Las frutas congeladas son frutas naturales, recolectadas en su punto óptimo de maduración las cuales se someten pocas horas después a un proceso de ultracongelación rápida (IQF), lo que permite conservar tanto la mayoría de sus vitaminas, minerales y antioxidantes como su color, sabor y textura, sin necesidad de añadir conservantes ni aditivos.
La IQF, consiste en someter a las frutas a temperaturas de hasta -40 °C para que alcancen rápidamente los -20 °C. La razón tras ello es detener la actividad de microorganismos y minimizar el deterioro del producto, extendiendo su vida útil sin comprometer su valor nutricional.
También los pasos previos suelen aportar beneficios en materia de biodisponibilidad de otros compuestos saludables, como los glucosinolatos, presentes en muchas frutas y verduras, con propiedades antioxidantes y protectoras.
Bien lo ejemplifican los arándanos, conocidos por su contenido en antocianinas, antioxidantes naturales que favorecen la salud celular. Una vez experimentan la ultracongelación, adquieren microcristales que rompen su pared celular, lo que facilita que la sustancia sea más accesible para el organismo.
¿Para qué sirven las frutas congeladas en la cocina?
Aunque su principal virtud es la conservación de los alimentos, ofrece la posibilidad de usar productos fuera de temporada, el ahorro de tiempo en las cocinas, la optimización de la compra, al venir ya peladas, cortadas y listas para usar, e incluso para evitar el desperdicio alimentario, y el impacto medioambiental.

Y si hablamos de recetas, son protagonistas de batidos, postres, helados, ensaladas o meriendas saludables con mejor planificación.
Frutas congeladas: igual o más nutritivas
Como ya lo adelantábamos la “no frescura” de las frutas congeladas ha sido más prejuicio que otra cosa. Estudios como Selected nutrient analyses of fresh, fresh-stored, and frozen fruits and vegetables han demostrado que las ultracongeladas igualan —y a veces superan— el contenido de nutrientes de las versiones frescas (y refrigeradas durante varios días).
Se mantiene intacto todo el espectro de vitaminas. De ahí que sean una opción efectiva para aumentar el consumo de fibra, antioxidantes, vitaminas del grupo B y vitamina C, sin temor al deterioro o ausencia en el mercado.
Consejos para un buen consumo
No obstante, antes de consumir estos productos, siempre se recomienda:
- Verificar que la nevera esté a -18 °C o menos.
- Elegir paquetes sin escarcha excesiva, preferentemente de la parte trasera de la nevera.
- No romper la cadena de frío, es decir guardarlas lo más pronto posible
- Usar bolsas térmicas para el transporte en verano.
- Respetar la fecha de caducidad.
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