
Más de una vez se han escuchado bulos como “el agua deshidrata”. Desmintiendo esta afirmación, es de vital importancia aclarar que la hidratación también conlleva normas que resultan esenciales para el buen funcionamiento del organismo. Por eso, conviene conocer las claves que permiten mantener una buena salud gracias al agua que bebemos y, al mismo tiempo, desmontar mitos que pueden poner en riesgo nuestro bienestar.
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Riesgos de no hidratarse adecuadamente
En verano, bebemos más agua porque las altas temperaturas favorecen la evaporación de líquidos del cuerpo. El agua regula la temperatura corporal y asegura el correcto funcionamiento de todos los sistemas que sostienen la salud. No solo es importante mantener una hidratación abundante, sino hacerlo de manera adecuada, especialmente en el caso de quienes realizan actividades físicas de alto impacto y, en ocasiones, requieren suplementos específicos.
En los últimos años también se ha difundido en internet la idea de los problemas que puede causar una excesiva hidratación. Y no es mentira: cuando ingerimos demasiada agua, los riñones no son capaces de procesar todo ese líquido, lo que puede generar complicaciones. Además, debido al proceso de depuración, los niveles de sodio en el cuerpo pueden descender en exceso (hiponatremia), una condición peligrosa para la integridad física.
Desmontando mitos sobre la hidratación
Beber mucha agua no es sinónimo de estar bien hidratado. La hidratación adecuada no depende solo de la cantidad, sino de la frecuencia y la combinación con una dieta equilibrada. Tomar dos litros de golpe no tiene el mismo efecto que distribuir esa cantidad a lo largo del día. Además, frutas, verduras y caldos también aportan agua al organismo.
La temperatura del agua no influye en la hidratación. Tomarla fría, templada o caliente no cambia el aporte hídrico al cuerpo. Sin embargo, la temperatura sí influye en la percepción de frescor o confort: por ejemplo, en verano el agua fría puede ayudar a refrescarse más rápido, mientras que en invierno el agua templada puede resultar más agradable. Pero en términos de hidratación, el efecto es exactamente el mismo.
Beber agua es esencial incluso cuando no sientes sed. La sensación de sed aparece cuando el organismo ya empieza a estar deshidratado. Por ello, es importante mantener una ingesta constante a lo largo del día, incluso en momentos de baja actividad o cuando no se perciba la necesidad. Especialmente en niños, adultos mayores y deportistas, esperar a tener sed puede ser un error que afecte el rendimiento físico y cognitivo.