
Las nuevas tecnologías han tocado la puerta varias veces de la industria de los vinos ya en 2025, y esta vez le ha dado la bienvenida la Universidad de Córdoba (UCO) para desarrollar un sistema pionero para bodegas con el cual controlar el velo de flor durante la crianza biológica de los vinos generosos.
La investigación estuvo a cargo de los grupos ‘Vitenol’ y de Instrumentación y Electrónica Industrial y fue testada con éxito en la bodega cordobesa Pérez Barquero. El resultado ha sido la creación de un tapón inteligente que se instala en la boca de la barrica con el que se permite observar a distancia la evolución del velo de flor, esa capa de levaduras clave en la crianza biológica.
Así es el tapón que vigila el velo de flor
El sistema funciona a través de una cámara integrada y un sistema de transmisión en tiempo real, imágenes que se reciben en un móvil o un ordenador. Incluye sensores de temperatura, humedad y presión atmosférica, variables que afectan directamente al desarrollo del velo de flor.
Así, la tecnología moderniza uno de los procesos más característicos de las zonas vinícolas de Jerez, Sanlúcar, Montilla-Moriles y el Condado de Huelva, facilitando la inspección de las botas sin necesidad de desplazarse físicamente a cada una, tarea que hasta ahora se realizaba de forma manual una o dos veces por semana.
“El dispositivo mejora la eficiencia del trabajo en bodegas que usan criaderas y soleras, donde el acceso a los niveles superiores puede suponer un riesgo para los operarios”, explica Juan Moreno, coordinador del grupo Vitenol y uno de los creadores del tapón.
La herramienta está pensada para adaptarse a la piquera, el orificio superior de la barrica, y no requiere sellado hermético, lo cual respeta la naturaleza de la crianza biológica.
Entre sus bondades se incluye el uso de pilas recargables, y un funcionamiento que trabaja a partir de la activación una vez al día y que entra en suspensión el resto del tiempo, lo que le da una vida útil de hasta dos años.
“El siguiente paso es aplicar inteligencia artificial para analizar los datos y generar alertas ante posibles anomalías”, señala Moreno.
No obstante, sus creadores destacan también que aún hay margen de mejora: desde adaptar su estética a los entornos tradicionales hasta reducir su tamaño o incorporar sensores de bajo coste para monitorizar más parámetros del vino.