
En esta edición de Un Vino, Un Sumiller, nos adentramos en el universo de los vinos ancestrales de Argentina junto a Lucas Echenique, sumiller del restaurante Krudo, situado en el Mercado de Vallehermoso (Madrid). Desde este rincón gastronómico tan madrileño, Lucas nos invita a viajar con él hasta su tierra natal, San Juan, para descorchar una de sus etiquetas más queridas: Cara Sur Criolla Chica 2023, un vino que, más que una botella, es un testimonio vivo de la historia vitivinícola del continente americano.
“Es un vino que me encanta y que me conecta con mi tierra. Representa la nueva ola, la renovación del vino argentino”, explica Lucas, emocionado al hablar de una variedad que fue símbolo, identidad y supervivencia para generaciones de viticultores.
Un vino que sabe a territorio y tradición
Para el sumiller, Cara Sur Criolla Chica 2023 puede definirse con tres palabras: territorio, puro y duro.
No es una exageración. La Criolla Chicam conocida en otros países como País o Mission, y genéticamente idéntica a la española Listán Prieto, es una uva que lleva más de 300 años en América, plantada por los colonizadores y mantenida durante siglos por campesinos que la usaban para elaborar vinos cotidianos y rústicos. Hoy, es objeto de una reivindicación histórica y cultural.
En agosto de 2023, Argentina la reconoció oficialmente como “uva de calidad”, un paso decisivo para recuperar su prestigio y proteger su origen.

Cómo es Cara Sur Criolla Chica 2023 en nariz y boca
El vino habla con franqueza desde el primer momento:
En copa, muestra un rojo cereza pálido, casi transparente, que anticipa frescura.
En nariz, aparecen pétalos de rosa, rooibos, cereza silvestre y un delicado perfume herbal.
En boca es etéreo, vibrante y afrutado, con taninos finos y una acidez que lo convierte en un vino tremendamente gastronómico.
Es fácil de beber, ligero, jugoso, lleno de energía de montaña. Una expresión honesta del terruño que rehúye los excesos y reivindica la pureza.
El origen: una montaña que cuenta historias
Cara Sur nació en 2013 en el Valle de Calingasta, provincia de San Juan, un territorio de montaña donde la vida transcurre entre desiertos de altura, viñedos centenarios y un paisaje que alterna tierra ocre, álamos, frutales y oasis verdes irrigados por el deshielo andino.
El proyecto fue fundado por Marcela Manini, Nuria Añó, Pancho Bugallo y Sebastián Zuccardi, quienes decidieron rescatar viejas parcelas plantadas con variedades criollas, muchas de ellas procedentes de familias piemontesas instaladas hace más de un siglo en este extremo de la cordillera.
La “cara sur” de una montaña, la menos accesible, más fría y más austera, es la que inspira el nombre del proyecto. Un guiño a la resistencia, la autenticidad y la capacidad de las viñas viejas para sobrevivir a climas extremos.
Los viñedos están situados entre los 1.500 y 1.550 metros sobre el nivel del mar, en suelos coluviales cargados de cuarzo. Esa geología, combinada con una fuerte amplitud térmica y la pureza del agua de deshielo, es la clave de la frescura y verticalidad del vino.
Viñas viejas, prácticas ancestrales y mínima intervención
Cara Sur trabaja con viñedos de 80 a más de 100 años, muchos de ellos plantados en pérgola tradicional, un sistema que ayuda a proteger la fruta del sol intenso.
La vinificación es sencilla, respetuosa y austera:
- Fermentación espontánea con levaduras autóctonas
- 30% de racimo entero
- Maceraciones suaves de 25–35 días
- Crianza de 6 a 7 meses en huevos de cemento
- Sin control de temperatura
- Sin filtración
Es un vino que fermenta en hormigón, ¿ qué le aporta?
Lucas lo explica con claridad:
“El cemento es un material noble: arena, piedra y agua de la cordillera. No aporta aromas ni sabores, tiene una microoxigenación mínima y, además, protege al vino de cambios bruscos de temperatura. El resultado es un vino más tranquilo, limpio y respetuoso con la estructura natural de la uva.”
Un vino que sabe a montaña… y suena a The Beatles
Si Cara Sur Criolla Chica fuera una canción, Lucas lo tiene claro:
“Tomorrow Never Knows”, del álbum Revolver de The Beatles.
“El vino te pide que desconectes la cabeza y te dejes llevar. Eso es exactamente lo que dice la canción.”
Maridajes que funcionan como un reloj
En Krudo, Lucas lo recomienda con dos platos que son verdaderos hits del restaurante:
- Saam andaluz con camarones, uno de sus snacks más emblemáticos.
- Tiradito de vieiras con gazpachuelo mexicano, un plato que combina textura, frescura y un punto exótico que encaja a la perfección con el perfil vibrante del vino.
Una anécdota (muy argentina) con este vino
Un domingo típico en San Juan: amigos, campo, fuego, montaña y la primera botella de Cara Sur Criolla lista para abrir.
Todo perfecto hasta que llegó la pregunta fatal:
Che… ¿quién trajo la carne?
Silencio.
La respuesta: nadie.
Resultado: almuerzo improvisado de crackers y paté, acompañado de la Criolla Chica.
Porque, aunque falte la carne, el vino, dice Lucas, “siempre está para salvar el plan”.
Cara Sur Criolla Chica 2023: más que un vino, un acto de memoria
Este vino no solo recupera una uva, sino una cultura. Reivindica la historia de los viñedos familiares, la resiliencia del paisaje andino y la identidad profunda de la viticultura sudamericana. Es el triunfo de lo pequeño, lo auténtico y lo esencial.
Un vino que conecta tiempos, geografías y generaciones. Y que, copa tras copa, sigue contando la historia de una uva que nunca se rindió.
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