
En la coctelería contemporánea, el humo se ha convertido en un elemento escénico y sensorial que trasciende los colores, los sabores y los aromas. La imagen de destapar una copa de la que emergen filamentos blancos o ver cómo se ahúma un cóctel ante el cliente sigue despertando fascinación. Pero más allá del efecto visual, el humo aporta un matiz gustativo y aromático único, imposible de conseguir sin la intervención del fuego. Este recurso es especialmente apreciado en combinaciones con ron y whisky, donde los toques ahumados realzan la complejidad del destilado.
El humo en coctelería es una herramienta creativa que transforma cada trago en una experiencia visual, aromática y emocional.
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El papel del humo en la coctelería
Cuando se introduce humo en una bebida, este interactúa con los demás componentes, actuando como un agente que suaviza y redondea los sabores. Su función es similar a la de los amargos, pero con una dimensión más volátil y envolvente. Fumar —infundir humo en un cóctel— puede liberar nuevos compuestos aromáticos, transformando el perfil gustativo y potenciando la sensación olfativa del trago.
¿Cómo se infunde el humo en una copa?
Infundir humo es un proceso artesanal que requiere técnica y precisión. Los métodos más comunes son el uso de pistolas humeantes o recipientes llenos de humo donde se encierra la bebida. Para lograr una infusión completa, el humo debe quedar atrapado dentro del vaso, cubriéndolo con una tapa o posavasos mientras el humo se asienta.
Otra técnica consiste en ahumar la copa antes de servir: se llena de humo, se deja reposar unos segundos y luego se añade el cóctel. Así se obtiene una fragancia más intensa que envuelve toda la experiencia sensorial. La elección del tipo de madera o hierba es fundamental: el roble, el cerezo, el nogal, el romero o la canela aportan perfiles muy distintos, por lo que experimentar es parte del arte.
Tres cócteles ahumados que deberías probar
Además de los destilados de agave —como tequila, mezcal, sotol o raicilla—, donde el humo es natural, algunos cócteles clásicos se reinterpretan con esta técnica:
- Negroni ahumado, con humo de roble que intensifica su equilibrio amargo.
- Margarita de hibisco, con notas florales y toques de madera o canela.
- Manhattan ahumado, con humo de cerezo o nogal que realza las notas especiadas del whisky.