
Las tradiciones nacen en algún punto, y para consolidarse solo necesitan que las personas las adopten como parte de su identidad cultural. Causa y consecuencia del hábito, los platos típicos de cada ciudad, región o pueblo se convierten en emblemas locales, y algunas recetas son tan autóctonas que apenas son conocidas fuera de su propia aldea.
Pero ¿qué sucede cuando esos platos aún no existen? Alguien debe crearlos. Así ocurre con muchos dulces de nueva creación que recorren la península, sin otra historia que la de recoger los productos de la despensa local y elaborarlos con las técnicas tradicionales de la zona.
Dulce identidad para rutas gastroturísticas
La tradición más auténtica nace de los productos que el cocinero tiene a mano. Esta costumbre, cada vez más habitual, busca diferenciar a un pueblo y posicionarlo como destino gastronómico. En provincias o zonas con escasa visibilidad turística, estos dulces se convierten en herramientas para ganar reconocimiento.
Estos "dulces de nueva planta" tienen una fuerte dimensión social, ya que representan el alma de un territorio a través de sus ingredientes. Su auge suele coincidir con las fiestas locales, momentos donde la cultura brilla y la gastronomía es su mayor embajadora.
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Nuevos dulces tradicionales creados en los últimos 20 años
Azahar de Mondas – Talavera de la Reina (Toledo)
Este postre nació hace 16 años en Talavera de la Reina, como símbolo de las festividades de Las Mondas, declaradas de Interés Turístico Nacional. Creado por Rafael Sánchez en la pastelería Goxua, el Azahar de Mondas es una ofrenda a la Virgen del Prado, patrona de la ciudad.
Su fama proviene de los ingredientes empleados ya que viene reforzado con siete harinas de distintos cereales y una mezcla de especias como curry, canela, nuez moscada y pimienta, que aportan sabores primaverales, como explica Rafael. Su nombre hace referencia a las natillas de flor de naranjo que cubren una base de chocolate, finalizada con pétalos caramelizados.

Fadrinet – Castellón de la Plana
Típico de las fiestas de Castellón, el Fadrinet fue creado en un concurso en 2010 y se ha convertido en un emblema local. Inspirado en el campanario (llamado “El Fadrí”), se trata de una tartaleta de almendra, higos secos, orejones de albaricoque, pasta de boniato, piñones y moscatel.
Este dulce se creó para honrar la tradición literaria y festiva castellonense, siguiendo la leyenda fundacional de la ciudad, y recoge los ingredientes favoritos del mítico personaje Tragapinyols.
Muleñicos – Mula (Región de Murcia)
Desde Mula, Murcia, surge un dulce que busca llevar al municipio al mapa gastronómico internacional. Paco Torreblanca, reconocido pastelero, creó los Muleñicos en 2024, una mezcla de hojaldre, almendra, limón y miel, destacando lo mejor del interior de la región mediterránea.
Con este dulce, Torreblanca dota a Mula de una seña de identidad que busca convertirse en tradición.