
Tailandia y Camboya en conflicto abierto. La cocina, ese terreno que debería unirnos, se ha convertido en arma arrojadiza en un conflicto tan picante como los ingredientes que lo provocan. En el centro de esta nueva “guerra fría gastronómica” se encuentra el amok o hor mok —un delicado curry al vapor servido en hoja de plátano— que hoy alimenta más nacionalismos que estómagos.
La geopolítica del sabor
El reciente repunte de tensiones entre Tailandia y Camboya por cuestiones territoriales y culturales ha salpicado también a la gastronomía. Aunque la cocina suele venderse como vehículo de paz, identidad y diplomacia, lo cierto es que, en algunos casos, puede avivar antiguos rencores. Así ocurre con este plato que, bajo diferentes nombres y matices, ambos países consideran patrimonio propio.
El curry de pescado al vapor, hecho con leche de coco, hierbas frescas y pasta de curry roja, es uno de los emblemas del Sudeste Asiático. Pero… ¿de quién es realmente?
Amok vs Hor Mok: mismo plato, dos banderas

En Camboya, se le conoce como amok trey, y es considerado el plato nacional. Lo sirven con pescado de río (generalmente siluro), bañado en una mezcla cremosa de kroeung (pasta de especias), leche de coco y huevo. Todo cocinado al vapor en una canasta de hoja de plátano. Es símbolo de hospitalidad, tradición y orgullo cultural.
En Tailandia, recibe el nombre de hor mok pla, con una preparación casi idéntica, aunque con pasta de curry rojo tailandesa y a veces con mariscos. Para muchos tailandeses, es tan suyo como el pad thai.
Ambos aseguran que el plato se originó en su territorio. Ambos lo presentan como un ícono nacional en ferias internacionales. Y ambos han intentado registrarlo como denominación de origen. La pregunta no es ya quién lo cocina mejor, sino quién tiene derecho a contarlo como propio.
Un conflicto con ingredientes históricos
Las raíces del conflicto no están solo en los fogones. Tailandia y Camboya arrastran siglos de disputas por el patrimonio cultu

ral: desde templos como el de Preah Vihear, reconocido por la UNESCO como camboyano en 2008, tras años de litigio, hasta bailes tradicionales como el robam apsara, reclamado por ambos países.
El amok no es la primera víctima de esta guerra por la autoría. En 2021, Camboya acusó a Tailandia de apropiarse del num banh chok, unos fideos fermentados tradicionales camboyanos, después de que influencers tailandeses los promocionaran como parte de su cocina local.
La batalla ha llegado a los medios, las redes sociales y los organismos internacionales. Mientras Camboya busca registrar el amok como Indicación Geográfica Protegida (IGP), Tailandia ya lo incluye en su promoción de cocina patrimonial.
Cocineros al frente de batalla
Chefs de ambos países también han entrado en la discusión. La camboyana Rotanak Ros, más conocida como Chef Nak, ha sido una de las voces más firmes en defender el amok como símbolo nacional camboyano:
“Este plato representa nuestra identidad, nuestra forma de entender el mundo”, declaró en una reciente entrevista.
Del lado tailandés, la chef Chumpol Jangprai, estrella Michelin y rostro mediático de la cocina tradicional tailandesa, defiende la existencia paralela de ambos platos: “La cocina tailandesa es diversa y recoge influencias de muchos lugares. El hor mok ha sido parte de nuestra cultura durante siglos”.
Ambas chefs coinciden en algo: es urgente proteger la gastronomía como patrimonio cultural. Pero ninguna quiere ceder la paternidad.
La receta de la polémica
Aunque los ingredientes pueden variar, esta es la receta básica que ambas naciones reclaman como propia:
- Pescado blanco (siluro o lubina)
- Leche de coco
- Huevos
- Pasta de curry (kroeung en Camboya, curry rojo en Tailandia)
- Hojas de lima kaffir
- Hojas de plátano para el cuenco
- Albahaca asiática
El resultado: un flan de curry fragante, tierno, cremoso y profundamente aromático. Una joya culinaria... y diplomática.
Lo paradójico es que, más allá de las tensiones, muchos expertos ven en esta controversia una oportunidad.
“Estas disputas pueden parecer ridículas, pero si se manejan bien, son una puerta al diálogo cultural”, opina un portavoz de la UNESCO.
De hecho, la cocina ha servido muchas veces como vehículo para acercar pueblos: pensemos en el kimchi compartido por las dos Coreas o en las rutas gastronómicas transfronterizas de los Balcanes.
¿Tailandia y Camboya cocinaran juntas un “amok de paz”?
En realidad, la cocina no necesita fronteras. La historia de los pueblos del Sudeste Asiático es una historia de migraciones, mestizajes y sincretismos. El curry al vapor puede tener mil nombres, pero su esencia está en el alma de quienes lo cocinan, lo comparten y lo reivindican.
Mientras tanto, las redes arden, los chefs protestan y los turistas —como siempre— disfrutan el plato sin saber en qué campo de batalla están comiendo.