
Apenas comenzado el 30 de mayo leí una frase que resume a la perfección el espíritu de las Islas Canarias: “No se explican, se sienten”. Pocas palabras se acercan tanto a lo que se experimenta al recorrer la zona más tropical de España, donde con solo un par de horas en coche parece que cambias de planeta. Antes de empezar, feliz Día de Canarias a todos nuestros lectores.
Pero el tiempo, además de la geografía, también transforma. Y aunque algunas cosas se pierden y otras llegan, lo que permanece debe protegerse. Porque la cultura no es algo fijo, pero sí algo que merece respeto. Eso mismo refleja la gastronomía canaria, que en Tenerife encuentra su expresión más pura en los tradicionales guachinches, hoy en serio peligro de extinción.
¿Qué es un guachinche?
Si no sabes qué es un guachinche, te recomiendo que leas nuestro artículo Guachinches canarios: tradición, vino y gastronomía auténtica de Tenerife y luego vuelvas aquí.
El guachinche es una especie de restaurante estacional que solo abre durante la temporada de vino, y esta es la única bebida que se sirve. Para equilibrar el consumo de alcohol, se ofrecen unos pocos platos tradicionales: papas arrugadas con mojo, garbanzas, cherne salado, entre otros.

Mala praxis: cuando un nombre pierde su sentido
Hoy en día, no es tan extraño leer la palabra ‘guachinche’ en el letrero de un bar o restaurante y es precisamente esto lo que supone un riesgo real. Justamente este tipo de establecimientos típicos han de mantener unas reglas que garantizan su exclusividad e intimidad, concertadas públicamente en el Decreto 83/2013 del Gobierno de Canarias especificado en el BOC 153 del viernes 9 de agosto de 2013. Ojalá proliferaran, pero bajo sus propias reglas:

Solo pueden operar un máximo de cuatro meses al año, coincidiendo con la temporada vinícola (de noviembre a marzo).
Deben vender exclusivamente vino de cosecha propia y, en su defecto, agua.
Solo pueden ofrecer hasta tres platos, más encurtidos, frutos secos, frutas o vegetales de producción propia.
- Es obligatorio exhibir una placa roja con la letra V en la entrada principal. Esta certifica que el establecimiento ofrece vino de su cosecha y lo acredita como guachinche.
Lo que una vez fue una expresión íntima de la cultura vinícola local, hoy se ha diluido hasta convertirse en una marca vacía que algunos utilizan como reclamo turístico. Hay quienes han adaptado sus restaurantes para “subirse al carro del turismo” y se autodenominan guachinches, incluso fuera de Tenerife. De guachinche, nada.
¿Modernizar o extinguir?
Cabe romper una lanza a favor de quienes intentan mantener viva la tradición con cierto grado de adaptación. Quizá mejor un “guachinche moderno” que la desaparición total de una denominación tan única como arraigada. Pero el equilibrio es delicado.
El periodista Javier Suárez, en CanariasAhora, propone una ruta con los pocos guachinches verdaderos que aún existen. Antes, citemos el cierre de su artículo, que deja clara la urgencia del momento:
“Son 13 nada más, ¿a que es triste? Esto sí que es una ruta gastronómica de raíces canarias. Luchemos por ella, defendamos su legado y no la perdamos”.
La breve pero intensa ruta del guachinche original
Aquí están, los pocos guachinches genuinos que resisten:
- Guachinche Ramón (La Orotava)
- La Chaotera (La Orotava)
- El Bosquito – La Marzagana (La Orotava)
- Casa Francis (La Guancha)
- Leti
- Abreu
- La Pacheca (Guía de Isora)
- Nino Cruz Roja (Tacoronte)
- Casa José (La Victoria)
- Casa Pepe
- El Chupete (La Matanza)
- Casa Milagros (Los Realejos)
- Jerónimo (Santa Úrsula)