
La industria del vino vive un momento decisivo: con las ventas globales tocando mínimos de varias décadas y la urgencia por reducir emisiones, el packaging se ha convertido en un terreno clave para innovar. En este contexto aparece la primera botella de papel para vino (y licores), un formato que irrumpe en lineales y eventos con una promesa clara: menos carbono, más ligereza y nuevas posibilidades de diseño.
¿Qué es exactamente una botella de vino de papel?
Lejos de ser cartón sin más, este formato se inspira en el bag-in-box: una bolsa interna que contiene el líquido y una carcasa exterior de papel totalmente reciclable. El resultado es un envase muy ligero que, antes de ensamblarse, puede viajar plano y multiplicar el número de unidades por palé respecto al vidrio. Además, cumple con estándares internacionales de reducción de huella de carbono y sostenibilidad, alineándose con los objetivos medioambientales más exigentes.
La botella de vidrio ha sido –y seguirá siendo– un símbolo de calidad. De hecho, como ya contamos en Excelencias Gourmet, los jóvenes también valoran el vidrio por su percepción de autenticidad y prestigio. La novedad es que hoy conviven dos sensibilidades: quienes buscan impacto ambiental reducido y diseños 360º, y quienes mantienen el apego a la estética y el peso del cristal. La botella de papel no pretende sustituirlo todo; abre un nuevo segmento donde sostenibilidad, ligereza y personalización pesan más.

Ventajas clave: carbono, logística y creatividad
- Menor huella de carbono: reduce emisiones asociadas a la extracción de materias primas y a la fabricación de vidrio, además del transporte por su menor peso.
- Logística eficiente: piezas planas y ligeras que permiten almacenar y mover miles de unidades por palé antes del ensamblaje.
- Personalización total: superficie “360º” para branding, con opciones de relieves, foiling y acabados especiales en versiones premium.
Más allá de las bodegas innovadoras, el formato gana tracción en licores, aerolíneas (por el ahorro de peso), retail que reduce embalajes secundarios y eventos donde se necesita un envase seguro, reciclable y ligero.
La británica Frugalpac ha sido pionera en este desarrollo y, además del envase, impulsa máquinas de ensamblaje para acercar la producción a las líneas de embotellado, acortando la cadena logística.
¿Y qué opinarán los expertos?
La botella de papel ha demostrado que puede cumplir con altos estándares de sostenibilidad y reducción de huella de carbono, pero queda en el aire una cuestión que solo el tiempo y la experiencia podrán responder: ¿conservará el vino de la misma manera que lo hace el vidrio? La respuesta, seguramente, dependerá de la opinión de enólogos y sumilleres, guardianes de la calidad en cada copa.
Por ello, de momento, la botella de papel no llega para destronar al vidrio, sino para ampliar las opciones del sector con una alternativa de baja huella, adaptable y con alto potencial creativo. Un paso más hacia un vino que se bebe con responsabilidad… y también con diseño.