
Entre la tradición popular de la cocina bilbaína, a veces pensamos que solo concurren el mejor pintxo que jamás probarás y algún que otro bacalao. Nada más lejos de la realidad: la tradición dulce de Bilbao es también un pequeño paraíso que merece su reconocimiento, sin necesidad de figurar en rankings gastronómicos prestigiosos o canónicamente incuestionables. Su gran estrella es el bollo de mantequilla: ese dulce esponjoso y goloso que enamora a todo el que pisa Bilbao con el afán de comer bien.
Algunos dicen que se popularizó gracias al auge del turismo en la ciudad, pero, seamos realistas: Martin Urrutia también ha tenido mucho que ver, aunque sin pretenderlo. Cuando en Operación Triunfo prohibieron los dulces y la familia del “otito” le llevó unos bollos de mantequilla que fueron confiscados —algo que asegura entre risas que aún le enfada recordar—, este clásico bilbaíno se convirtió en trending topic.
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¿Qué hace tan especial a este bollo como para provocar la adorable rabieta del bilbaíno?
El bollo de mantequilla es un recuerdo de infancia para muchos vascos de este lado del Nervión. Se trata de un bollo muy esponjoso y dulce, relleno de una crema de mantequilla batida suave elaborada con un almíbar de yemas. El bollo en sí es un bizcocho ligero y aireado, de esos que da gusto mojar en leche porque se empapan a la perfección.
Este dulce es uno de los desayunos más típicos para quienes salen a despejarse de la oficina o llenan los parques por la tarde, justo antes de que los niños formen cola para el tobogán.
El bollo de mantequilla es bilbaíno como él solo, aunque su origen se remonta al siglo XVIII gracias a dos pasteleros suizos. Así su influencia se extendió por toda España, es en Bilbao donde esta merienda se cubre de mantequilla, nostalgia y ternura.
El cierre perfecto: la redención de Martin Urrutia y sus bollos de mantequilla
Ahora sí se entiende la desmotivación de Martin cuando le quitaron sus apreciados bollos. Para redimirse —y esta vez con permiso— llevó una caja de bollos de mantequilla a los concursantes que hoy persiguen su sueño en Operación Triunfo, durante su última visita a la academia.
Su objetivo ya no es solo convertirse en un icono de la música y el teatro en España: también quiere difundir la tradición gourmet de Bilbao, una historia que empieza con bollos… pero que, desde luego, no termina ahí.
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