
Entre los ríos Júcar y Cabriel se extiende una comarca donde conviven vino y paisaje. La Manchuela, en el corazón de Castilla-La Mancha, es una de las rutas más singulares del panorama enoturístico español. Su fuerza no reside solo en sus bodegas —catorce, actualmente integradas en el recorrido—, sino en ese equilibrio sutil entre naturaleza y cultura gastronómica.
De ahí que en el Día Mundial del Enoturismo, la invitación es a descubrir la Ruta del Vino de La Manchuela, un destino que se abre entre Cuenca y Albacete, marcado por el elemento común de la denominación de origen protegida, pero también por la diversidad de paisajes y pueblos que la componen.
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Contar la manchuela a través de la bobal
La Manchuela es, en palabras del gerente de la ruta Pablo Sánchez Zafra, un territorio definido por los ríos Cabriel y Júcar, y por un microclima que recibe la brisa marina al caer la tarde. A unos 700 metros sobre el nivel del mar, sus viñedos gozan de una ventilación que equilibra la maduración de la uva y favorece vinos con carácter, pero también con taninos amables.
Su variedad estrella es la Bobal, una uva tradicionalmente usada para aportar color a vinos de otras regiones, pero que hoy brilla con nombre en la región.“A finales del siglo pasado empezamos a vinificarla como monovarietal, y ahí comenzó su redescubrimiento”, comenta Zafra.
Junto a ella, las variedades Tardana y Albilla representan las joyas locales que están resistiendo muy bien el cambio climático.
El compromiso de La Manchuela con la sostenibilidad es otro de sus pilares. La comarca forma parte de la Reserva de la Biosfera Valle del Cabriel, reconocida por la UNESCO.
“El vino y el paisaje aquí no compiten, se acompañan”, afirma el gerente. “La biosfera nos da un marco perfecto para promover un turismo respetuoso, donde el visitante pueda disfrutar del vino y del entorno sin alterar su equilibrio”.
A través de su ruta, los visitantes pueden recorrer pueblos como Alcalá del Júcar, con sus casas excavadas en la roca; Jorquera, con sus acantilados y vistas al valle; o Villanueva de la Jara, que alberga una basílica pontificia —una rareza en la región—. También destaca Casas-Ibáñez, sede de Bodega Vega Tolosa, reconocida como mejor propuesta enoturística de España 2024, o Fuentealbilla, donde se encuentra la bodega del futbolista Andrés Iniesta.
Y es que La Manchuela es toda una experiencia sensorial, así por ejemplo, tambien se incluyen iniciativas como la “Cata Sonora”, a cargo del músico Julio Sanz Vázquez, quien a través del sistema del Bio Music Lab – Huerto del Sonido, transforma en notas musicales la información bioenergética del olivo —su flujo de savia, microvibraciones internas e impulsos eléctricos—
A esto se suman alojamientos singulares, como las casas cueva, con un total de más de 1.200 plazas de alojamiento, con opciones que van desde hoteles rurales hasta experiencias de lujo integradas en bodegas.
Así, el enoturismo en La Manchuela deviene una invitación a descubrir sus paisajes con copa en mano. Sus cepas más autóctonas serán las encargadas de narrar esta andadura de vino, gastronomía, naturaleza y hospitalidad








