Los Picazos: brasas, vino y una terraza de ensueño en Hoyo de Manzanares

Los Picazos: brasas, vino y una terraza de ensueño en Hoyo de Manzanares
Los Picazos, en Hoyo de Manzanares, es un refugio gastronómico en plena sierra madrileña. Cocina a la brasa, bodega excelente y una terraza que invita a quedarse. Un restaurante que celebra el producto, el vino y la conversación en un entorno natural único.
Los Picazos
Los Picazos
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Cristina Ybarra
Miércoles, Octubre 8, 2025 - 09:38

Hay restaurantes que no necesitan gritar para ser escuchados. Que no viven del artificio ni de los fuegos de artificio, sino de una verdad silenciosa: la del producto, el tiempo y la conversación. Los Picazos, en Hoyo de Manzanares, pertenece a esa rara especie.

Ubicado a pocos minutos de Madrid, este restaurante se ha convertido en un refugio para quienes buscan comer bien, sin pretensiones, pero con respeto absoluto por la materia prima. Y eso, en los tiempos que corren, ya es una declaración de principios.

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Terraza restaurante Los Picazos

Un restaurante con alma serrana

La llegada a Los Picazos es una experiencia en sí misma. El paisaje de Hoyo de Manzanares, con su aire limpio y su calma, ya prepara el ánimo para disfrutar sin prisas. Y al llegar, una terraza amplia, luminosa y perfectamente integrada en el entorno natural invita a quedarse. No es solo un espacio al aire libre: es el escenario ideal para comidas de verano, sobremesas infinitas y cenas entre amigos bajo las estrellas.

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Víctor a las brasas en el restaurante Los Picazos (foto cedida por el restaurante)

La cocina de las brasas, donde el producto es protagonista

En Los Picazos, la cocina no se disfraza. Se reconoce en cada plato. Si hay algo que define a Los Picazos, además de su autenticidad, es el aroma a leña y brasa que se percibe nada más cruzar la puerta. Su cocina gira en torno al fuego, ese elemento ancestral que transforma y ennoblece los ingredientes.

Las carnes, siempre de primera calidad, alcanzan su punto justo de sabor y textura sobre las brasas. El chuletón, el entrecot o los torreznos se sirven con ese dorado perfecto que solo el fuego real puede ofrecer. Pero no todo son carnes: el fuego también enriquece sus verduras asadas, pescados frescos o el queso de La Laguna, que conservan una personalidad rústica y elegante a la vez.

Y si algo emociona, es el respeto con el que se trata al producto local. Aceites, verduras y carnes de proximidad componen un relato gastronómico de territorio, en el que la cocina madrileña dialoga con la sierra y la temporada.

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Sellección de vinos en Los Picazos

Una bodega para disfrutar sin etiquetas

Otro de los grandes tesoros de Los Picazos es su bodega de vinos. Amplia, bien curada y llena de sorpresas, combina grandes referencias clásicas con pequeñas joyas de viticultores independientes.

Desde Riojas maduros y elegantes hasta Garnachas de Gredos, pasando por Godellos gallegos, generosos o espumosos franceses, la carta de vinos está pensada para disfrutar, no para impresionar. Se nota la pasión por el vino y el conocimiento detrás de cada elección: vinos con alma, con historia y con un propósito claro, acompañar la comida y la conversación.

Txuleta a la brasa
Txuleta a la brasa

Comer en Los Picazos es recordar por qué amamos salir a comer

En una época en la que la comida se fotografía más de lo que se saborea, Los Picazos nos devuelve el gusto por lo esencial: sentarse, mirar alrededor, probar un vino, compartir pan y conversación.

El comedor, luminoso y acogedor, mira hacia la sierra y se funde con la naturaleza. El servicio es amable y atento, de esos que conocen el valor del detalle sin resultar invasivos. Y en la terraza, con una copa bien elegida y el aroma de las brasas de fondo, uno entiende que la felicidad puede tener forma de comida sencilla y bien hecha.

Los postres, como la tarta de queso o el arroz con leche de coco, cierran la experiencia con dulzura artesanal, de esas que se disfrutan sin prisa y con sonrisa.

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Parrillada de verduras con salsa Romescu

Más que un restaurante, una forma de estar en el mundo

Los Picazos no es solo un lugar donde se come bien. Es una manera de entender la gastronomía como vínculo humano, como celebración de lo cotidiano. Un restaurante que reivindica que no hace falta reinventar la rueda: basta con hacerla rodar con honestidad.

En Hoyo de Manzanares, entre el rumor de los pinos y el aire limpio de la sierra, Los Picazos demuestra que la excelencia no siempre se mide en estrellas, sino en memoria.