
En plena fiebre por la silueta perfecta, los años 60 y 70 fueron una época donde moda y sacrificio se mezclaban sin filtros. Entre las páginas de revistas femeninas y manuales de belleza, surgió una tendencia tan extravagante como peligrosa: la dieta del huevo y el vino, un plan que prometía adelgazar rápidamente y “mantener la línea” con un toque de glamour europeo.
Según las publicaciones de la época, la rutina diaria era casi un ritual:
- Desayuno: un huevo duro y una copa de vino blanco.
- Almuerzo: dos huevos duros y otras dos copas.
- Cena: un pequeño filete acompañado del resto de la botella.
El resultado, decían, era una pérdida de hasta 2,5 kilos en solo tres días. Lo que no mencionaban era que el precio era la deshidratación, la falta de nutrientes y un efecto rebote asegurado.
Una dieta que nació del mito del glamour
En una era dominada por íconos como Twiggy, Brigitte Bardot o Audrey Hepburn, la delgadez se convirtió en sinónimo de elegancia y disciplina. La “dieta del huevo y el vino” encajaba perfectamente con ese imaginario: simple, rápida y, en apariencia, sofisticada.
Las copas de vino blanco evocaban la idea de refinamiento francés, mientras que el huevo duro, símbolo de pureza y simplicidad, equilibraba la balanza entre indulgencia y control. Era una fórmula que parecía casi poética… hasta que la ciencia la desmontó.
El regreso de lo vintage (y sus peligros)
En tiempos recientes, esta dieta ha vuelto a circular por redes sociales como una “curiosidad retro”, pero los expertos en nutrición coinciden: no hay nada saludable en ella.
El plan carece de fibra, vitaminas y minerales esenciales, y además combina alcohol con ayuno parcial, una mezcla que puede afectar al hígado y al metabolismo.
Lo que hoy resulta impensable era, hace medio siglo, un símbolo de sofisticación. Una época en la que se fumaba para controlar el apetito y se creía que el vino “aceleraba la digestión”.
Del mito al aprendizaje: lo que queda de esa era
Más allá de la extravagancia, la “dieta del huevo y el vino” es un espejo de cómo la cultura gastronómica refleja los valores de su tiempo. Hoy, la tendencia ha girado hacia la alimentación consciente, la nutrición sostenible y el placer equilibrado, donde el vino y el huevo pueden seguir siendo parte de una dieta sana… pero nunca bajo reglas tan extremas.
Como toda moda vintage, esta dieta nos recuerda que el pasado, por muy glamuroso que parezca, también puede servirnos de advertencia.
El atractivo de lo “retro” nunca desaparece, pero no todo merece un regreso.
Esta dieta, nacida en los tiempos dorados de Hollywood y los cabarets parisinos, simboliza una etapa en la que el cuerpo era un accesorio más del estilo.
Hoy, la verdadera elegancia está en alimentarse con equilibrio, salud y placer, no en sobrevivir a base de huevos y copas de vino.
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