
El debate sobre la seguridad alimentaria en Europa vuelve a estar en el centro de la polémica. París y otras seis ciudades francesas, Lyon, Lille, Grenoble, Montpellier y Rennes, han decidido prohibir el atún en los menús de los comedores escolares, alegando riesgos para la salud de los niños por la presencia de mercurio en este pescado.
La medida afecta a más de 3,5 millones de habitantes y ha generado un choque entre autoridades locales, asociaciones ecologistas y la industria alimentaria.
¿Por qué se ha prohibido el atún en los comedores escolares?
Las autoridades municipales han invocado el principio de precaución. Según Charlotte Brun, vicealcaldesa de Lille, “la reglamentación europea no es suficientemente protectora para la salud, sobre todo para la salud de los niños”.
La decisión se apoya en estudios de las asociaciones Bloom y Foodwatch, que encargaron un análisis de 148 latas de atún en conserva. Los resultados fueron claros:
- En todas las muestras se detectó mercurio.
- En más de la mitad, la concentración superaba los 0,3 mg/kg, el límite permitido en pescados como el bacalao o las anchoas.
La normativa europea, sin embargo, fija para el atún fresco un máximo de 1 mg/kg. En conserva, este nivel puede alcanzar hasta 2,7 mg/kg, debido a la mayor concentración del producto deshidratado.
La postura de la OMS y los riesgos del mercurio
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera el mercurio una de las “diez sustancias químicas más preocupantes para la salud”. Sus efectos son especialmente graves en niños, ya que pueden afectar al desarrollo neurológico y cognitivo.
Por este motivo, los ayuntamientos implicados aseguran que no levantarán la prohibición del atún mientras la UE no reduzca los niveles máximos de mercurio permitidos a los 0,3 mg/kg aplicados a otros pescados.
La respuesta de la industria alimentaria
La Federación de las Industrias de Alimentos Conservados ha reaccionado con firmeza. En un comunicado, subraya que:
- “Todas las empresas cumplen la normativa en vigor y ningún producto supera el umbral reglamentario de 1 mg/kg”.
- Los resultados publicados en enero tras ocho años de controles internos muestran concentraciones tres veces inferiores al límite europeo.
- Además, cuestionan el protocolo de análisis de las ONG, sugiriendo que la metodología empleada podría explicar las diferencias en los resultados.
Un debate abierto en Europa
El caso del atún en Francia podría tener un impacto más amplio. La decisión de ciudades como París, Lyon o Montpellier abre la puerta a que otros países de la Unión Europea revisen sus criterios de seguridad alimentaria, especialmente en los comedores escolares.
Por ahora, la controversia refleja el choque entre:
- Las autoridades locales y las ONG, que exigen una regulación más estricta.
- La industria alimentaria, que defiende la seguridad de sus productos bajo las normas vigentes.
El debate está servido: ¿proteger más allá de la ley o confiar en la normativa actual?
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