

Cuando pensamos en aperitivos marinos, solemos imaginar gambas, calamares o mejillones. Pero existe un crustáceo diminuto que está conquistando las cocinas del Mediterráneo: el mosquito de mar. Apenas conocido fuera de los círculos pesqueros, hoy empieza a hacerse un hueco en las cartas más curiosas de la gastronomía española.
¿Qué es el mosquito de mar?
El mosquito de mar pertenece a la familia de las cigalas y se captura en las profundidades del Mediterráneo, entre fondos arenosos y rocosos. Es tan pequeño que durante años fue considerado un simple “accidente” de las redes de pesca. Sin embargo, su sabor concentrado y textura crujiente lo han convertido en una joya gastronómica.
Un bocado marino con historia
En lugares como Mallorca o la Comunidad Valenciana, pescadores locales han empezado a rescatarlo como aperitivo gourmet. El chef Marcos Servera, del restaurante Ritma (Mallorca), lo fríe con harina de garbanzo y sal, sin huevo ni artificios, consiguiendo un resultado adictivo: “crujiente, intenso y 100% Mediterráneo”.
Cada porción de 100 gramos puede alcanzar los 20 €, una muestra de cómo la alta cocina está rescatando los productos olvidados del mar.
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Cómo se prepara el mosquito de mar
El secreto está en su sencillez.
- Se fríe entero, sin pelar, con harina ligera y un toque de sal.
- Se sirve al momento, con limón o emulsiones suaves.
- Acompaña vinos blancos ligeros o espumosos tipo cava, que realzan su salinidad natural.
Algunos chefs lo incluyen como parte de sus menús degustación, mientras otros lo ofrecen en formato “snack de mar” para compartir en barra o terraza.
Biodiversidad y sostenibilidad
Como ocurre con muchos productos marinos poco conocidos, el mosquito de mar no se captura masivamente. Su pesca es artesanal y depende de las condiciones del fondo marino. Por eso, más que una moda, su reaparición simboliza una gastronomía consciente que pone en valor la biodiversidad del Mediterráneo.
El mosquito de mar representa esa parte de la cocina que une curiosidad, respeto y placer. Su textura crujiente y su sabor salino lo convierten en un capricho gastronómico con alma de mar.
Quizá no lo encuentres fácilmente, pero cuando lo hagas, sabrás que estás ante una de las joyas más pequeñas, y más sabrosas, del Mediterráneo.