

La pasta es un símbolo universal, pero pocos se han detenido a pensar qué esconden sus nombres. La verdad es que tras cada palabra italiana hay una descripción literal que conecta directamente con su forma, su textura y su historia.
Ciertamente, saber qué significa “farfalle” o “spaghetti” no le convierte a uno en experto, pero sí en alguien con cierta ventaja cultural la próxima vez que toque pedir en un restaurante. Porque la etimología culinaria también tiene su gracia y revela cómo la cocina italiana habla, literalmente, su propio idioma.
Farfalle: las mariposas del plato
Las farfalle son inconfundibles: pequeños lazos que evocan mariposas. Su nombre refleja exactamente su aspecto, y su encanto está en cómo capturan la salsa entre los pliegues.
Una pasta ligera y visualmente alegre que convierte cualquier plato en un festival de alas comestibles.
En algunas regiones de Italia se les llama también “stricchetti”, diminutivo de “nudos”.
Spaghetti: los cordones finos que unen a todo el mundo
Los omnipresentes spaghetti se traducen literalmente como cordoncillos, ya que spago en italiano significa “cordón”. El diminutivo refleja tanto su delgadez como su longitud.
No hay metáfora sofisticada: son hilos largos que simbolizan lo más básico de la cocina italiana y que se enredan con la salsa roja mejor que ninguna otra pasta.
En Roma, los spaghetti alla carbonara son religión; en Nápoles, los al pomodoro son poesía.
Linguini: las lenguitas suaves
El nombre linguini proviene de lingua (lengua), por lo que su traducción literal sería “pequeñas lenguas”.
Su aspecto aplanado y su textura sedosa explican el porqué del nombre. Más allá de la metáfora anatómica, evocan la suavidad y la elegancia con la que esta pasta abraza cualquier salsa ligera, especialmente las de mariscos o aceite de oliva.
Fusilli: los pequeños husos del sabor
Los fusilli reciben su nombre de los usos utilizados antiguamente para hilar lana. Su forma en espiral refleja ese movimiento de torsión, ideal para retener salsas densas.
Es el ejemplo perfecto de cómo lo textil y lo culinario comparten un mismo lenguaje creativo: en ambos casos, se trata de hilar fino.
Fettuccini: las cintas de la tradición
El término fettuccini procede de fettucce, que significa “cintas pequeñas”. La referencia no puede ser más clara: tiras largas, anchas y planas que recuerdan a una cinta de tela.
Su nombre refleja el espíritu artesanal de la pasta casera, cuando se cortaba a cuchillo sobre la mesa de madera. En ellos está la esencia de la cocina italiana: simple, honesta y bella.
Penne: las plumas que escriben la historia
Aunque muchos españoles asocian el nombre con otra cosa, penne en realidad significa “plumas”.
Sus extremos cortados en diagonal recuerdan a la punta de una pluma estilográfica, y su forma permite que la salsa penetre en su interior.
Es una metáfora simple pero elegante, que une lo cotidiano escrito con lo culinario. En el fondo, los penne escriben su propia historia: la de una pasta que no pasa de moda.
La lengua italiana también se come
La próxima vez que mires una carta de restaurante y leas farfalle, linguini o penne, recuerda que no solo estás eligiendo un tipo de pasta: estás pronunciando una pequeña historia.
Porque en Italia, la lengua y la cocina son inseparables. Y cada plato, además de alimentar, también enseña a hablar.