
Donald Trump ha vuelto a servir la manzana de la discordia en la industria de la alimentación iberoamericana. Este mes de agosto han entrado en vigor los nuevos aranceles para los productos importados a Estados Unidos. La medida que inicialmente se anunció con un 30% para la Unión Europea y México y del 50% desde Brasil, desató la inquietud sobre los productos y productores más afectados no ha tardado en aparecer. Sobre todo teniendo en cuenta que los alimentos y bebidas figuran entre los principales sectores impactados.
“Quien paga la cuenta no es quien la cocina”. La medida tendrá consecuencias inmediatas en “el menú” de exportaciones. En particular, la industria agroalimentaria española —con más de 3.300 millones de euros exportados en 2024 solo a Estados Unidos— deviene una de las más castigadas.
Tras el anuncio, ocurrieron varios intentos de negociaciones entre la Comisión Europea y la Administración estadounidense. Aunque con la cuerda igual de tensa y amenzas de aumentarlo a un 35%, finalmente la nueva política es del 15% para los productos europeos, frente al 10% que se aplica anteriormente. Mientras, para México se acordó una tregua arancelaria de 90 días, que mantedrá exactamente el mismo acuerdo.
Impacto en la industria española
Aunque hoy solo el 5% de las exportaciones españolas se dirigen a EE.UU., según el Ministerio de Economía, Comercio y Empresa, el impacto no será menor. De hecho, se espera que afecte al 80% de esas exportaciones.
Pero, más allá de las cifras frías, se traduce en un golpe a parte de la cultura culinaria ibérica y su imagen-país: aceite de oliva, vino, legumbres, hortalizas... productos emblemáticos que ahora serán más caros, menos competitivos y, posiblemente, menos visibles en los lineales norteamericanos. Una medida que pone en juego la cadena de confianza con distribuidores, la fidelidad de los consumidores y el prestigio de las denominaciones de origen.
El sector agroalimentario es el segundo más perjudicado, superado solo por los bienes de equipo. Los productos más afectados son precisamente los más dinámicos:
- Aceite de oliva: Ventas por más de 1.000 millones en EE.UU. en 2024.
- Vino: Más de 330 millones exportados.
- Hortalizas y legumbres: En crecimiento constante.
“El vino ha sufrido una caída del 20% en abril respecto al año anterior”, según Miguel Padilla, secretario general de COAG.
Comunidades autónomas más afectadas
Cataluña, Andalucía y la Comunidad Valenciana lideran el impacto, al tener una fuerte vocación exportadora. Ya ocurrió en 2018 con la aceituna negra como rehén de una guerra comercial absurda. Los daños fueron enormes, y las soluciones, lentas y tibias.
La FIAB (Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas) ha advertido que “se pierde más que ventas: también continuidad y confianza”. Un importador estadounidense podría dejar de colaborar con bodegas de Rioja o cooperativas andaluzas si los precios se disparan.
Casos como el de Oro del Desierto, que exporta un 8% de su producción a EE.UU., muestran ya una intención de reducir su presencia en este mercado y buscar alternativas.
La mirada se posa sobre Asia, Oriente Medio o América Latina. Aunque estos mercados tienen interés, no pueden sustituir ni el volumen ni la fidelidad del cliente norteamericano. El impacto será real y sostenido en el tiempo.
Nuevas reglas en la aduana
Ante ello, el llamado ha sido a afinar la estrategia aduanera desde las empresas. Y es que las cargas arancelarias elevadas obligan a cambiar el modo en que se declara una mercancía en aras de ganar o perder un mercado. En ese sentido, la red KPMG sugiere tres factores para determinar el coste del arancel: el valor del producto, su clasificación y su origen.
En cuanto al valor, la recomendación es optimizar el importe a partir de estimaciones de coste de producción o desglosar el precio del producto, separando elementos como transporte, seguro o montaje posterior, lo que reduce la base imponible sujeta a arancel. Otras opciones son calcular el impuesto a partir del precio de venta del fabricante original, y no del último intermediario, así como buscar aquellas geografías con mejores acuerdos comerciales.
El caso de México: aguacates, tomates y tequila
Al sur del río Bravo, las alarmas también están encendidas. México, tradicional socio comercial de EE.UU., espera una subida igual. Entre los productos afectados por el nuevo arancel están el aguacate, que destina más del 80% de su producción al mercado estadounidense, el tomate con un 17%, las frutas tropicales y el tequila, que vive una creciente demanda en EE.UU.
Brasil: el país más golpeado
El 50% de arancel deja a Brasil en una situación aún más crítica. Las exportaciones de carne de res y ave, azúcar, café, frutas procesadas y frutos secos están en riesgo. Para un país con fuerte dependencia de este tipo de ventas, el daño será más estructural que coyuntural.
En respuesta a ello, el presidente Lula da Silva ha anunciado la posibilidad de imponer aranceles de represalia si se confirman las medidas. Mientras tanto,ya acelera la diversificación de sus exportaciones hacia otros mercados como Asia o el mundo árabe.
Restan días aún para que la medida entre en vigor o ceda a la nuevva propuesta, aunque la amenaza ya está sobre la mesa. Lo que sí tenemos claro es que la gastronomía —y todo el sector que la sostiene— no puede seguir siendo moneda de cambio para disputas geopolíticas. Ni el aceite, ni el vino, ni el café deberían pagar los platos rotos del proteccionismo político.