
Hay viajes que no buscan conquistar un mercado, sino reencontrarse con una historia compartida. Eso es exactamente lo que ha pasado estos días en México: la Milla de Oro del Vino —provincia de Valladolid— ha cruzado el Atlántico para mostrar quién es, de dónde viene y por qué su nombre resuena con tanta fuerza dentro y fuera de España. Y lo ha hecho de la mano de dos gigantes del país azteca, Grupo Presidente y Aeroméxico, que han abierto sus mejores casas para recibir a este pedazo de Ribera del Duero en Guadalajara, Ciudad de México y Monterrey.
Pero la verdadera magia no está en las cifras ni en los acuerdos estratégicos; está en las historias que se han contado entre mesa y copa. Porque, cuando un vino viaja, también viaja un territorio.
Un cocinero, un bodeguero y un relato que enamora
Los mexicanos han podido ver —y saborear— los vinos de la Milla de Oro de Valladolid a través de dos embajadores irrepetibles: Miguel Ángel de la Cruz, el chef vallisoletano con Estrella Michelin, Estrella Verde y dos Soles Repsol, que cocina los bosques, los pinares y la memoria de su tierra; e Iván Sanz, alma de Dehesa de los Canónigos, una de las bodegas más emblemáticas de la Ribera del Duero. Ambos han sido la voz y la emoción del destino, compartiendo cenas, maridajes y conversaciones con los equipos culinarios de Grupo Presidente y con Luis Morenés, sumiller y Embajador de Ribera del Duero en México.
No ha sido un roadshow: ha sido una inmersión. En cada experiencia, los asistentes han podido descubrir qué es exactamente ese tramo de 40 kilómetros junto al río Duero donde conviven monasterios medievales, hoteles de cinco estrellas, restaurantes Estrella Michelin y algunas de las bodegas más prestigiosas de España. Un pequeño universo donde el lujo se mide en silencio, paciencia y tiempo de crianza.
México: un hogar inesperado para los vinos de la Milla de Oro
La conexión con México no es casualidad. El turista mexicano de alto poder adquisitivo es, hoy, el principal visitante internacional de la Milla de Oro del Vino de Valladolid: reserva las suites, busca añadas únicas, recorre los monasterios, celebra eventos y llena restaurantes con meses de lista de espera. En cierto modo, el público mexicano entiende este territorio más rápido que nadie: quizá porque ambos comparten una forma de celebrar, de reunirse, de honrar la gastronomía como un acto cultural y emocional.
Esta gira ha sido más que una presentación: ha sido un gesto de reciprocidad.
La Milla de Oro no llega a México como una recién llegada, sino como un referente. Ha sido seleccionada como caso de éxito mundial en el 43.º Congreso Mundial de la Viña y el Vino y reconocida entre las mejores campañas de comunicación de España. También ha ganado protagonismo mediático gracias a grandes eventos celebrados en hoteles de la zona, desde la famosa “Boda del Año” en Le Domaine – Abadía Retuerta, hasta el enlace del artista mexicano Carlos Rivera en el monasterio de Valbuena.
Todo suma a un mismo mensaje: la Milla de Oro ya es un destino global.
Valladolid viaja a México… y México vuelve a Valladolid
La gira concluye, pero la historia continúa. Lo que ha ocurrido estos días en Guadalajara, Ciudad de México y Monterrey no es únicamente promoción turística: es el inicio de una relación más estrecha entre dos países que entienden el vino desde lo emocional.
Porque un buen vino no se explica: se cuenta, se comparte y se recuerda. Y esta semana, en México, la Milla de Oro del Vino de Valladolid ha dejado un recuerdo que sabe a origen, a Duero, a roble… y a futuro.








