
Cuando el chef y sumiller Hernán González decidió abrir el restaurante La Burbujería tenía la premisa de que fueran las burbujas el hilo conductor de esta propuesta a medio camino entre la cocina fusión y el espectáculo cultural. Cuatro años han pasado desde entonces, suficientes para consolidarse en la escena gastronómica madrileña como un espacio que manteniendo su esencia informal, no es uno al uso, sino un sitio con buen gusto -en boca y estética-, y con personalidad propia.
Y es que si algo define al local enclavado en Madrid no es la cantidad, sino la intención. Cada plato de su carta es una invitación a descubrir nuevos giros a lo tradicional, bien de la cocina universal o española, la de la abuela o incluso la más moderna. Eso sí, siempre con los vinos espumosos sobre la mesa.

Cocina creativa con alma viajera
Así la cataloga González, quien fuera discípulo del chef Abraham García, del restaurante Viridiana, donde se han formado grandes referentes de la gastronomía española contemporánea como Dabiz Muñoz.
Honesta, Sencilla, Sabrosa y Viajera.
Dicen que la primera impresión es siempre clave y sí que lo ha tomado en cuenta, porque no hay mejor punto de partida que sus entrantes: hummus de garbanzos de cocido, alitas de brócoli y coliflor con especias cajún, o las bravas de yuca con salsa chipotle… sorprenden, y más que eso, auguran que lo que allí se come, tiene vida propia.
Cada estación trae nuevos sabores, con sugerencias del día que completan la propuesta. De ahí que se incluyan en ocasiones otros clásicos como los tacos de ropa vieja, las croquetas porteñas, inspiradas en las famosas empanadas argentinas o el ajoblanco de anacardos con sardina ahumada y uvas. Los principales no se quedan por debajo. Algunos de los imprescindibles resultan el tiradito de atún rojo y pez espada, el lomo de vaca madurado con chimichurri y papá arruga, carrillada a la cerveza negra, las Mollejas de ternera o los Tuétanos asados.

Mientras, postres como la panacotta, el tiramisú al amontillado o el cheesecake sangrante, aseguran un cierre memorable.
Espumosos, la oda a la burbuja
El hilo conductor de La Burbujería son los vinos espumosos. Más de 60 referencias —de cavas a champagnes, crémants y proseccos, vinos generosos y cócteles— acompañan la carta. Entre ellos figuran referencias tan relevantes y originales como Alta Alella Mirgin Laieta (de gran frescura), Gramona III Lustros (complejo clasicismo), Bermejo Malvasía volcánica (con marcada presencia de ese suelo de Lanzarote tan especial), L´O de L´Origan (original coupage y crianza), Cuvee Laetitia (60 meses), Marteaux “Terre d´Origin (200 meses).
La idea es sencilla: abrir una botella al llegar y disfrutarla hasta el postre, aunque siempre se puede pedir otra.
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Gastronomía con vocación cultural
Durante la semana, La Burbujería se transforma. Entre lunes y miércoles, se convierte en espacio para torneos de ajedrez, clubes de lectura, catas y exposiciones de artistas locales. Una apuesta clara por la comunidad, la cultura y el talento emergente. Esta faceta hace que sea un restaurante único en Madrid, donde la buena mesa convive con la literatura y el arte en un ambiente relajado.