
La crianza del vino es el proceso mediante el cual el vino evoluciona antes de salir al mercado para ganar complejidad, equilibrio y profundidad. Solo los vinos con buena estructura, cuerpo, acidez y taninos pueden beneficiarse de este proceso.
¿Qué vinos pueden someterse a crianza?
Para que un vino pueda criarse con éxito, debe tener ciertos requisitos naturales: buena acidez, taninos suficientes, grado alcohólico estable, cuerpo robusto y baja propensión a la oxidación. Además, influye la calidad de la uva, el año de cosecha y el método de elaboración.

Tipos de crianza: en barrica y en botella
La crianza tradicional se divide en dos fases principales:
- Fase oxidativa (en barricas de madera)
- Fase reductora (en botella)
Ambas etapas aportan aromas, sabores y texturas que transforman completamente al vino.
Fase oxidativa: el arte de la crianza en madera
Durante esta etapa, el vino madura en barricas, por lo general bordelesas de 225 litros, permitiendo una oxigenación lenta que suaviza la astringencia y transforma los aromas frutales en notas especiadas, tostadas o vainilla. Este proceso también modifica el color del vino: el tinto pierde tonos violáceos para acercarse al rojo teja.
El tipo de madera influye profundamente:
- Roble francés: aporta elegancia y suavidad.
- Roble americano: más económico y con perfil aromático más intenso.
También se han usado maderas como castaño, haya o cerezo en ciertas regiones con tradiciones específicas.
Fase reductora: maduración en botella
La segunda etapa se desarrolla en ausencia de oxígeno, una vez sellada la botella con corcho. Es clave que esta se almacene en horizontal para mantener el corcho húmedo. En esta fase, el vino pule sus aromas, desarrollando el “bouquet”, y suaviza su sabor. Los tintos ganan tonos teja; los blancos evolucionan hacia el ámbar.
¿Cuánto tiempo debe permanecer un vino en barrica?
Aunque se tiende a pensar que "más es mejor", un exceso puede ser perjudicial. En general, los vinos no deben permanecer más de dos años en barrica salvo casos excepcionales. La evaporación (10% cada dos años), la pérdida de color y la sobrecarga de taninos pueden arruinar hasta el mejor vino.
Clasificación del vino según su tiempo de crianza
Las legislaciones varían, pero en España suelen regirse por las siguientes categorías:
- Vino joven: sin crianza o muy breve. Embotellado el mismo año o el siguiente.
- Crianza: al menos 12 meses en barrica y 6 en botella (tintos).
- Reserva: 36 meses de envejecimiento total, con mínimo 12 en barrica.
- Gran Reserva: 60 meses en total, con al menos 18 en barrica.
Cada Denominación de Origen (D.O.) puede establecer matices distintos.
Existen vinos blancos con crianza, como Chardonnay, Verdejo o Macabeo que permiten una excelente crianza si fermentan en barrica. Al no tener tantos taninos como los tintos, se controlan mejor fermentando primero en madera y madurando luego allí.
Crianza biológica: espumosos y generosos
Los vinos espumosos y generosos (como el Jerez) emplean crianza biológica, en la que intervienen levaduras vivas.
- En los espumosos, destaca la segunda fermentación en botella.
- En los generosos, se utiliza el sistema de soleras y criaderas, único en el mundo.
¿Cómo afecta la crianza al sabor y aroma?
La fase oxidativa aporta notas a madera, vainilla, coco, especias o tostados.
La fase reductora desarrolla aromas terciarios: cuero, tabaco, frutos secos o sotobosque.
Ambas fases mejoran la textura del vino, aportando elegancia y equilibrio.
La crianza no es solo una cuestión de envejecimiento: es una técnica compleja que transforma el vino en una obra maestra. Entenderla permite valorar mejor cada botella y disfrutar más plenamente de la experiencia enológica.