

Durante décadas, la dieta mediterránea ha ocupado el podio de las más saludables del mundo. Sin embargo, el noroeste de España y Portugal guarda otro tesoro gastronómico y nutricional: la dieta atlántica, también llamada Southern European Atlantic Diet (SEAD), un patrón alimentario que combina tradición, salud y sostenibilidad.
Cada vez más estudios científicos la sitúan entre los modelos más equilibrados, asociados a una mayor longevidad y menor riesgo cardiovascular.
¿Qué es la dieta atlántica y de dónde procede?
La dieta atlántica tiene su origen en Galicia y el norte de Portugal, donde el mar, el clima húmedo y la tradición agrícola han moldeado un estilo de alimentación basado en la proximidad, la frescura y la estacionalidad.
Sus principales características incluyen el consumo habitual de:
- Verduras y hortalizas de temporada, como berzas, grelos o repollo.
- Frutas locales, especialmente manzanas y cítricos.
- Granos enteros y pan artesanal.
- Patatas y legumbres (lentejas, habas, garbanzos).
- Pescado y marisco fresco o en conserva, 3-4 veces por semana.
- Frutos secos, en especial castañas y nueces.
- Lácteos, leche, yogur, quesos, consumidos con moderación.
- Vino tinto, en cantidades moderadas y durante las comidas.
El aceite de oliva es la grasa principal, tanto para cocinar como para aliñar, y se priorizan las técnicas culinarias simples y respetuosas: cocción al vapor, horno, guisos y brasa, relegando la fritura a un papel secundario.
El resultado es una dieta rica en fibra, proteínas de alta calidad, ácidos grasos omega 3, vitaminas antioxidantes y minerales esenciales.
Similitudes y diferencias con la dieta mediterránea
Ambas dietas comparten una base vegetal, el uso del aceite de oliva y la dimensión social de la comida.
Sin embargo, la dieta atlántica es más rica en productos del mar y lácteos, mientras que la mediterránea destaca por su variedad hortícola y vegetal. Ambas, sin embargo, convergen en su visión: comer con conciencia, disfrutar sin excesos y respetar el entorno.
Beneficios científicos de la dieta atlántica
Salud cardiovascular y metabólica
El estudio GALIAT (Galicia Alimentación Atlántica), uno de los más sólidos hasta la fecha, demostró que seguir la dieta atlántica reduce el colesterol total y el LDL, mejora el perfil lipídico y disminuye el riesgo de síndrome metabólico.
Además, se observó una ligera pérdida de peso y menor adiposidad abdominal entre los participantes.
Salud mental
Un estudio multicéntrico europeo con más de 13.000 personas encontró que una mayor adherencia a la dieta atlántica se asocia con menor riesgo de depresión.
Aunque aún no se puede hablar de causalidad, los datos refuerzan la idea de que una buena alimentación también nutre la mente.
Una dieta sostenible con sabor a océano
La dieta atlántica no solo beneficia la salud, sino que también tiene un impacto ambiental más bajo que las dietas occidentales modernas.
Promueve el consumo local, estacional y de productos frescos, reduciendo la huella de transporte y desperdicio alimentario.
Sin embargo, su huella de carbono puede variar:
- Algunos estudios sugieren que, por su mayor consumo de pescado y lácteos, puede superar levemente a la mediterránea en emisiones.
- Pero sigue siendo más sostenible que los modelos basados en carne roja y ultraprocesados.
Recomendaciones para reducir su impacto:
- Dar prioridad a alimentos vegetales y de temporada.
- Reducir la carne roja y moderar el consumo de pescado.
- Comprar productos locales y de pesca sostenible.
- Escoger lácteos simples y sin azúcares añadidos.
Una dieta que une tradición y ciencia
La dieta atlántica combina la sabiduría popular gallega con el respaldo científico moderno.
Apuesta por el respeto a la naturaleza, la moderación y la cocina casera, reivindicando el placer de comer sin prisas.
Es, además, un modelo cultural y emocional: la reunión familiar, el guiso que humea en la mesa, el pescado recién traído del puerto o la castaña asada en otoño son parte del mismo relato gastronómico.
“La dieta atlántica no solo alimenta el cuerpo, sino también la identidad de un territorio que vive de cara al mar”, señalan los expertos en nutrición del programa GALIAT.
¿Dieta atlántica o mediterránea? Mejor ambas
No se trata de competir, sino de complementar.
Ambas dietas tradicionales son saludables, equilibradas y respetuosas con el medio ambiente.
La diferencia está en el acento: una tiene sabor a aceite y tomate, la otra a mar y castaña.
Incorporar principios de ambas, productos locales, frescos y de temporada, es apostar por una alimentación consciente, sostenible y deliciosa.
La dieta atlántica no es una moda: es el legado de una región que supo cuidar su entorno y transformar la sencillez en salud.
En tiempos de prisas y ultraprocesados, su ejemplo invita a volver al origen, a la cocina casera, al mercado local y a la mesa compartida.
Comer como en Galicia o el norte de Portugal no solo es sabroso: también es una forma de cuidar el planeta y de vivir mejor.